Diferencias entre antiterrorismo (Counter-Terrorism) y lucha contra la radicalización violenta (Countering Violent Extremism)



La diferenciación entre estos dos conceptos es una labor compleja y que dista mucho de una solución unánimemente aceptada. Ambos términos suelen utilizarse con distintas acepciones y muchas veces mezclados, o refiriéndose a ambos al mismo tiempo sin contemplar una verdadera distinción entre uno y otro. No en vano, algunas agencias gubernamentales (como el Bureau of Counter Terrorism and Counter Violent Extremism del Departamento de Estado de EEUU, o la propia Europol en nuestro ámbito) los contemplan conjuntamente como dos elementos de una misma problemática íntimamente ligados. De este modo, pueden en ocasiones emplearse las mismas unidades y aprovechar los mismos recursos para su investigación y puesta en práctica. 

En primer lugar, parece que el término antiterrorismo (en adelante, “CT”) no requiere de demasiada definición. En este caso, son mayoritarias las voces que lo definen como el conjunto de acciones de naturaleza represiva emprendidas por los estados frente a la amenaza del terrorismo (cuya definición no obstante varía en función de los territorios), incluyendo especialmente la investigación y represión de atentados o acciones terroristas. Con el avance del tiempo, la represión del terrorismo ha ido ampliando su espectro de medidas, combatiendo al mismo en sus otras manifestaciones (financiación, proselitismo, reclutamiento, etc.). 

Por otra parte, la lucha contra la radicalización violenta (“CVE”) surge como consecuencia de un fracaso de la estrategia de lucha contra el terrorismo basada exclusivamente en la represión de los grupos terroristas -la llamada “guerra contra el terror”-. De este modo, mientras el objetivo del CT podríamos identificarlo como la eliminación de los grupos terroristas, la CVE pretendería evitar que nuevos individuos adopten una radicalización y pasen a engrosar las filas de dichas organizaciones o se conviertan en terroristas individuales, o que aquellos que ya han sido radicalizados dejen de serlo. No en vano, la CVE surge como uno de los pilares fundamentales de la lucha contra el terrorismo en los últimos años, según lo entienden Naciones Unidas (UN Global CT Strategy) y la Unión Europea (EU CT Strategy). 

Pese a tener su origen uno en el otro, y ser fundamentales entre sí, ambos fenómenos presentan lógicas y elementos que los diferencian: 

  • Distintos actores implicados: mientras el CT puede reducirse casi en exclusiva a unidades policiales de inteligencia, investigación y represión criminal, pues buscan la detención de los miembros de las organizaciones terroristas y sus elementos cooperadores, la CVE integra en sus acciones a diversos agentes policiales (especialmente policía de proximidad) y no policiales, incluyendo en este grupo a varios colectivos: ONGs, comunidades religiosas, servicios sociales, organismos públicos, psicólogos, educadores, divulgadores, e incluso medios sociales y de comunicación y redes sociales). En este sentido, por ejemplo, en Holanda utilizan lo que denominan “figuras clave”, es decir, ciudadanos respetados en sus comunidades capaces de detectar los indicios iniciales de radicalización, y que son capaces de corregir o redirigir esos síntomas dada la confianza que suscitan entre sus vecinos o, en caso necesario, dirigirse a las autoridades para emprender otro tipo de acciones. 
  • Distintos sujetos de acción: mientras el CT pretende la represión de los terroristas como individuos que ya han asumido la acción terrorista como propia, la CVE dirige su acción primordialmente hacia aquellos elementos susceptibles o que están en proceso de radicalización o desradicalización, así como su entorno familiar y social más cercano. 
  • Distintas acciones: De nuevo, las acciones de CT son de índole eminentemente represiva, dirigidas a evitar, investigar y reprimir actos terroristas mediante el enjuiciamiento, en su caso, de los actores. En cambio, la CVE busca eminentemente la desactivación y reprogramación, tanto preventiva como reinsertiva / rehabilitadora, de aquellos que están en proceso de radicalización o de abandono de una organización terrorista. Se basa esencialmente en una labor de contra-narrativa, de cara a proporcionar a los sujetos una alternativa al relato ofrecido por la organización terrorista (frecuentemente fundamentado en los agravios ocasionados al grupo de que se trate). Al mismo tiempo, se ha de complementar con otras medidas como programas de ayuda psico-social, de inserción/reinserción laboral, etc. De hecho, se ha señalado que para que la CVE sea realmente eficaz, su acción ha de apreciarse clara y netamente separada de las acciones de CT, a efectos de evitar las suspicacias y reticencias de los sujetos a los que se dirige y no retroalimentar el relato de estigmatización del que se nutren las organizaciones terroristas. 
Es precisamente este último catálogo de acciones eminentemente ideológicas y de contra-narrativa lo que suscita actualmente ciertas críticas a la CVE. No en vano, se viene señalando que las políticas de CVE pueden estar mal orientadas si se basan estrictamente en una lógica de reprogramación del individuo extremista. Es decir, con frecuencia se acusa a estos programas de buscar simplemente la moderación de los discursos, convirtiendo o haciendo que los sujetos susceptibles de radicalización sean más acordes con el estándar ciudadano occidental, pues se cree que de este modo resulta más improbable la comisión de actos terroristas. Sin embargo, algunas fuentes entienden que esto constituiría un error, no solo porque se ha demostrado que una persona puede seguir un estilo de vida occidental y sin embargo asumir el extremismo violento, sino también porque se asume la inmediata vinculación del extremismo ideológico con la violencia, cuando dicho enlace no tiene por qué ser automático. En consecuencia, la dificultad para los estados a la hora de establecer este tipo de políticas será la de centrar sus medidas en evitar precisamente ese salto del extremismo ideológico -por un lado- a la violencia extremista -por otro- como paso previo indispensable para la comisión de actos terroristas.


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