¿Por qué es más alta la amenaza yihadista en Francia?
El reciente ataque con cuchillo a la Prefectura de Policía de París por uno de sus funcionarios -quien logró introducir las armas y asesinar a cuatro de sus compañeros-, nos recuerda la constante amenaza terrorista a la que se ve expuesta nuestro país vecino. Durante los últimos años, especialmente a partir de los atentados de Charlie Hebdo y de Bataclan de 2015, Francia se ha visto sometida a una intensa campaña de atentados de corte yihadista que motivaron la declaración del estado de emergencia y su mantenimiento hasta noviembre de 2017.
Entre las razones que explican la focalización de la acción terrorista en el país galo, la propia Administración francesa señala tres: (i) su carácter de ex potencia colonial, invocado frecuentemente por las organizaciones terroristas como fuente de agravios por los supuestos maltratos a los habitantes musulmanes de dichas colonias; (ii) el régimen de libertades de que goza y que proyecta Francia como nación universal, que hace que los terroristas consideren París como “la ciudad de las abominaciones y de la perversión”; y (iii) la reciente política exterior francesa, dada su participación en la contienda siria y el liderazgo adoptado en la lucha contra el terrorismo en Libia o Malí.
Las amenazas de componente yihadista señaladas por el Ministerio del Interior francés pueden encuadrarse en tres categorías:
- Los terroristas retornados de la zona de conflicto sirio-iraquí (o Foreign Terrorist Fighters -FTF- en la terminología acuñada por la Resolución 2178(2014) del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas). No en vano, Francia es uno de los países europeos que más ha contribuido -de forma involuntaria, evidentemente- con sus nacionales a la formación del Estado Islámico. Así, aunque las cifras no son exactas, se calcula que más de 1.000 (de los 5.000 que Europol calcula procedentes de toda Europa) nacionales franceses viajaron desde la proclamación del Califato en 2014 a las zonas de conflicto, ya sea junto a sus esposas y familias o creándolas una vez allí. Pese a que muchos de ellos fallecieron en combate o han sido apresados por las autoridades iraquíes o sirias (y condenados a muerte o cadena perpetua en muchos casos), se calcula que en julio de 2018 quedaban en la zona 718 franceses (o residentes en Francia), de los cuales el 50% eran hombres (sin perjuicio de los que se sigan descubriendo en el marco de la operación Gallant Phoenix estadounidense que busca identificar a los numerosos extranjeros presentes en campos de detención en Irak). El problema de los retornados no consiste únicamente en el riesgo de que creen redes terroristas y cometan atentados al regresar a Francia, sino que su encarcelamiento masivo genere verdaderos centros de formación y radicalización y con ello nuevas células terroristas en las cárceles ya desbordadas). No en vano, actualmente se encuentran en prisión 512 condenados por terrorismo y otros 1.145 delincuentes comunes en riesgo alto de radicalización, de los cuales 402 deben ser puestos en libertad antes de finales de 2019.
- Los lobos solitarios. Este tipo de terroristas individuales, muchas veces auto-radicalizados de forma rápida o incluso conversos (25%), no tienen por qué haber viajado a zonas de conflicto (en ocasiones el hecho de habérselo impedido es precisamente lo que les motiva) y simplemente se inspiran por el discurso terrorista de las organizaciones. Se ha señalado que normalmente son individuos de escasa formación y con antecedentes en la delincuencia común. Hasta el momento, vienen utilizando medios caseros (como en Trèbes y Carcassone en 2018 o la explosión en Lyon de este año) o vehículos sustraídos a tal efecto (Niza, Barcelona), aunque no se descarta que tales ataques vayan adquiriendo sofisticación en caso de retornados con formación especializada. Según datos del Ministerio del Interior, más de 2.000 individuos en Francia están en riesgo alto de radicalización religiosa o en proceso de reclutamiento por una organización yihadista, y hasta 10.500 tienen una ficha ‘S’ (Surété de l’État) sobre islamismo radical, lo que dificulta enormemente la monitorización y control de todos ellos.
- Finalmente, existe la amenaza de atentados organizados directamente por una organización terrorista en origen. Así la pérdida por Daesh de la mayor parte de su territorio puede originar la internacionalización de su acción, organizando y perpetrando acciones terroristas en países occidentales.
Las amenazas descritas motivan que pese al levantamiento del estado de emergencia en noviembre de 2017 (debido a su alto coste social, político y económico) se mantenga un nivel elevado de alerta. Así, en el esquema de alerta Vigipirate (lanzado en 1991), durante la pasada temporada estival (de 7 de mayo a 18 de octubre) se mantuvo el segundo nivel de “seguridad reforzada por riesgo de atentado”, por encima del nivel básico de “vigilancia” pero por debajo del extremo “emergencia por atentado”. Ello significa que se produce un reforzamiento de la seguridad de (i) los sitios turísticos y de las grandes aglomeraciones propias de la estación (festivales, espectáculos deportivos); (ii) de los transportes colectivos, especialmente en los destinos turísticos; (iii) de los lugares patrimonio, especialmente durante las Jornadas Europeas del Patrimonio; así como (iv) de los establecimientos escolares y universitarios durante el inicio del curso.
A largo plazo, el reciente Plan de Acción contra el Terrorismo de 13 de julio de 2018 pretende marcar la estrategia francesa en la materia, mediante la determinación de 32 acciones públicas en torno a cuatro pilares: conocer, impedir, proteger y reprimir.
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