Los juegos de alianzas en el conflicto EEUU - Irán
En la actual escalada de tensión entre EE.UU. e Irán tras la muerte del General Suleimani, las repercusiones que pueden producirse a corto y medio plazo afectan no solo a los contendientes directos, sino a todos los países del entorno así como a los distintos juegos de alianzas en la amplia zona de Oriente Medio. En este artículo, analizamos las implicaciones de esta nueva acción para algunos de los principales actores en la escena internacional.
- EE.UU. Bajo la Administración Trump, el país pretende recobrar la influencia en Próximo y Medio Oriente perdida -en sus propios términos- durante los años de mandato de Barack Obama. Firme aliado de Israel, Trump ha renovado su apoyo incondicional al gobierno de Netanyahu y manifiesta la misma hostilidad que éste hacia Irán, a quien reprocha sus ansias expansionistas en la región, su supuesto respaldo de organizaciones terroristas (como Hezbollah, Hamas o el Talibán) y la intención de hacerse con armamento nuclear. La retirada unilateral en 2018 por parte del presidente estadounidense del Plan de Acción Integral Conjunto (acuerdo sobre el programa nuclear iraní firmado junto con Alemania, Francia, Reino Unido, Rusia y China en 2015), así como la intensificación de las sanciones económicas a la República Islámica, manifiestan la hostilidad evidente hacia dicho país, que en recientes fechas conoce su punto álgido con la muerte del General Suleimani, pero que venía acrecentada en el último año con la crisis del bombardeo de dos petroleros en el golfo Pérsico así como el supuesto abatimiento de un dron estadounidense o las represalias cibernéticas emprendidas bajo orden de Trump.
- Irán. Tras la muerte de Suleimani, ha prometido vengarse de EE.UU. de forma implacable. Desde el triunfo de la Revolución islámica frente al gobierno del Shah en 1979, el régimen de los ayatolás ha mostrado siempre una hostilidad evidente hacia EE.UU., con episodios como el asalto a la embajada y la crisis de los rehenes, o las continuas muestras de desprecio vertidas por el presidente iraní Ahmadineyad, quien además dio inicio en 2006 al programa nuclear controvertido. Posicionado como líder del mundo musulmán chiita, Irán pretende extender su influencia sobre otros estados de mayoría de esa confesión (Irak) o sobre minorías representativas chiitas en otros estados (fundamentalmente Siria, Líbano, Yemen, Afganistán o Bahréin, entre otros). Incluso ha desplegado supuestamente grupos de combatientes en países de fuerte mayoría sunita como Pakistán o Palestina, y movilizado a las minorías chiitas en las regiones petroleras del este de Arabia Saudí.
- Estados/Organizaciones afines a Irán. La profunda situación de aislamiento en la que se encuentra Irán actualmente hace que sean pocos los estados que puedan considerarse sus aliados. No en vano, como estado abiertamente aliado solamente podríamos nombrar a Siria, donde el superviviente régimen chiita alauita de Bashar al Assad goza del sostenimiento de los ayatolás iraníes en contraprestación por su fidelidad. No en vano, numerosas fuerzas de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica han participado de forma clave durante la guerra siria desde 2011 en defensa del régimen de Al Assad. Irán considera a Siria un enclave imprescindible dentro del eje que le une con su otro proxy en la región, la organización libanesa Hezbollah. Esta, calificada por EE.UU. y algunos países de la UE como organización terrorista, cuenta con el apoyo expreso de Irán desde el fin de la guerra civil libanesa, y su brazo político constituye un elemento clave en la configuración de los gobiernos de dicho país. Finalmente, pueden nombrarse como aliados de Irán los insurgentes Huthis de Yemen, que desde 2011 se encuentran en un conflicto bélico abierto con el régimen de Saná, apoyado por Arabia Saudí.
- Arabia Saudí. El régimen de la casa de los Saud constituye un potente aliado de EE.UU., con quien mantiene excelentes relaciones gracias a sus reservas de petróleo. Se posiciona como líder del islam sunita árabe (de corte wahabita) y del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo (que también integran Bahréin, Kuwait, Omán, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos). Ha adoptado una postura mucho más activa en el plano internacional y regional a partir de la asunción de facto del poder por parte de Mohammed bin Salman, príncipe heredero, mostrando su animadversión hacia Irán en asuntos como el conflicto de Yemen (en el que respalda al régimen de Saná), el aislamiento de Qatar por su acercamiento a Irán o su expresa condena de la acción de Hezbollah en el Líbano.
- Irak. Sin tratarse formalmente de un aliado, Irán mantiene una gran influencia sobre el régimen chiita actualmente en el poder en Irak (cuya población es también mayoritariamente chiita). Además, ha desplegado y financiado numerosas milicias chiitas (sobre las que Suleimani desplegaba un intenso control) que se están convirtiendo en un para-estado. Irak se opone firmemente (como también lo hace EE.UU. y la UE) a la independencia del norte kurdo.
- Qatar. El emirato del golfo Pérsico (mayoritariamente sunita) se encuentra en una relativa encrucijada entre ambos bandos. Así, en 2018 Arabia Saudí y otros estados de su órbita rompieron relaciones diplomáticas con Qatar, debido a su posicionamiento en relación al conflicto en Yemen (favorable a los huthis) y su colaboración económica con Irán en ciertos aspectos. Arabia Saudí se ha planteado incluso aislar geográficamente al emirato, convirtiéndolo en una isla.
- Israel. De manera similar al caso de EE.UU., desde el triunfo de la Revolución islámica Irán se convierte en el enemigo acérrimo de Israel. El Estado hebreo teme por el desarrollo de armamento nuclear por parte de Irán, así como por la financiación y sostenimiento de grupos y organizaciones hostiles al Estado de Israel como Hezbollah en Líbano o Hamás y Yihad Islámica en Palestina. De hecho, Israel viene realizando bombardeos selectivos en territorio sirio en los últimos años con el fin de cortar el suministro por parte de Irán de armas de precisión a tales grupos. Igualmente, el mayor objetivo de la Administración israelí ha sido neutralizar o ralentizar al máximo el programa nuclear iraní mediante el supuesto asesinato de científicos nucleares o la utilización de la ciberguerra (como el malware Stuxnet que causó la destrucción de numerosas centrifugadoras en la central de Natanz).
- Afganistán. Irán ejerce una fuerte influencia en su extensa frontera y, según la administración de EE.UU., mantiene relaciones con los talibanes (tanto de financiación como de cobijo de éstos en su territorio) con el fin de hacer frente a un subgrupo de Daesh en la zona.
- Unión Europea. Junto con Rusia y China, abogan por el mantenimiento de Irán en el acuerdo nuclear y el cumplimiento de los compromisos acordados en el mismo. Aunque obviamente aliada de EE.UU., la UE pretende evitar una escalada de hostilidades que pueda desestabilizar completamente la región.
- Rusia. Sin ser formalmente aliada de Irán, mantiene buenas relaciones con el régimen de los ayatolás y persigue la desescalada de tensión a efectos de no perder sus focos de influencia en la región (Irán y Siria principalmente).
- Daesh. Dada su derrota en Irak y en Siria y la pérdida de sus extensos territorios, el Estado Islámico ha dejado momentáneamente de ser un actor de primer nivel en el conflicto, si bien no se debe descartar su renacimiento en zonas adyacentes a su localización original (Afganistán) o en la región (Yemen o Pakistán), recuperando su influencia en la zona.
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